Cuando pensamos en automatizar puede que nos venga a la mente la imagen de un robot haciendo el trabajo de un humano, abocándolo a la cola del paro y haciendo del mundo un lugar apocalíptico.
Asimov aparte, la verdad es que, en alguna ocasión, durante el proceso de análisis de eficiencia en empresas, me han dicho cosas tipo: “No automatices mucho, a ver si me voy a quedar sin trabajo”.
En el mismo escenario de subyugación robótica, pero en el lado opuesto, existe el temor de que la automatización de procesos obligará a la gente a trabajar más: “Que no se entere el jefe de que ahora esto se puede hacer en la mitad de tiempo, porque entonces tendré que entregarle el doble de trabajo”.
Bueno, por suerte para la especie humana, ni una cosa ni la otra. En realidad, el propósito de la automatización es la humanización.
Las personas nos sentimos más motivadas cuando desempeñamos tareas más cualitativas y menos repetitivas.
Como varios estudios indican (1) (2), las personas nos sentimos más motivadas cuando desempeñamos tareas más cualitativas y menos repetitivas. También demuestran que el desempeño de tareas que consideramos innecesarias puede producir aburrimiento, desmotivación e incluso depresión.
Es decir, a nuestra parte humana, social, creativa, la que se siente feliz al aportar valor al grupo, no le gusta hacer tareas en las que solo es mano de obra reemplazable.
Y eso es justo lo que podemos conseguir con la automatización, liberar a las personas de tareas repetitivas y poco cualitativas, para proporcionarles tiempo que dedicar a tareas más estimulantes en las que aporten valor.
El hecho de que una máquina busque datos en un documento PDF, los copie en una tabla de Excel y los ordene por orden alfabético en un informe, no va a provocar que la persona que antes hacía eso se quede sin trabajo o tenga que hacer el doble de horas.
Lo que va a permitir es que esa persona, que seguramente tiene una formación que le permite ir más allá de copiar/pegar, disponga de tiempo en el que poder desarrollar todo su conocimiento para, por ejemplo, sacar conclusiones significativas sobre los informes que ha elaborado la máquina.
Las estrategias de automatización deben empezar siempre por las personas. Al proporcionar una mayor motivación y felicidad individual, se fomenta un ambiente de creatividad y colaboración.
Es por eso por lo que las estrategias de automatización deben empezar siempre por las personas. Porque, al proporcionar una mayor motivación y felicidad individual, se fomenta un ambiente de creatividad y colaboración —tenemos más tiempo y menos cansancio—, que favorece a que las empresas, además de obtener mejores resultados, contribuyan a un mundo más humano.